miércoles, 29 de agosto de 2012

PATRIOTISMO (Ruth, José y los inmigrantes ilegales)



En este mi final del verano me veo obligada a relataros un extraño fenómeno que me ha acaecido. He sentido crecer en mi pecho de una manera ligera pero constante un cierto amor a mi país (España).

Y es que el agudo síndrome postvacacional se me ha manifestado en la manera de "adicción a la actualidad" y es en la actualidad donde he encontrado ciertos elementos dignos de mi admiración.

El primero de ellos concierne al caso de los niños desaparecidos (¿asesinados?) Ruth y José. Un nuevo informe que ha analizado los restos de una hoguera en la finca de sus padre ha determinado, once meses después, que son humanos. El primer informe decía que se trataba de pequeños roedores. Este nuevo informe ha sido encargado por la propia madre de los niños. 

Ayer declaraba en televisión el comisario jefe de este caso Serafín Castro. De sus declaraciones se deduce que la investigación sabía con certeza absoluta que los niños no habían salido de la finca y que por eso buscaban en ella con tanta insistencia. A principios de agosto la policía había llegado a la conclusión de que en sus investigaciones fallaba algo y habían tomado la decisión de volver a empezar desde cero. Así pues, sus propias pesquisas les hubieran llevado a solicitar otro informe forense. Si el de la madre se adelantó fue cuestión de tiempo. 

Tal y como yo lo entiendo la investigación ha sido implacable y solamente podía haber llevado a la resolución definitiva del caso. Y esto, el exquisito funcionamiento de la policía, que es exquisito hasta para detectar sus propios errores, es mi primer motivo de patriotismo.

El segundo tiene que ver con la asistencia sanitaria a los inmigrantes en situación irregular. Andalucía, Navarra, País Vasco y Cataluña directamente han decidido no aplicar el decreto que deja a estar personas sin asistencia médica lo cual ya es digno de mi admiración.

En el resto de comunidades autónomas, según he entendido, se está organizando la objeción de conciencia. No solamente los médicos, sino miembros de todas las profesiones sanitarias se están organizando para poder dar cobertura a estas personas. Se pretende que exista un circuito conocido de objetores que incluya todas las especialidades al que estos inmigrantes puedan acudir. 

En particular leí el otro día una entrevista con una trabajadora de la recepción de un centro sanitario. Ella explicaba que a estas personas las va a derivar a los médicos que se han subido al carro de la objeción. Como su manera habitual de trabajar se apoya en medios informáticos ha ideado un plan para esquivar al sistema que consiste simplemente en "volver a las fichas escritas a mano".

Supongo que mi amor a la patria sería mayor si la ley obligara a atender a todo el mundo sin papel alguno. Mientras tanto, siento que de repente me enorgullezco de pertenecer a un país en el que no poca gente siente la obligación moral de proporcionar tratamientos médicos a quien lo necesita.

Pienso aferrarme a este leve entusiasmo para salir reforzada de esta nebulosa postvacacional. ¡Feliz fin de verano!