miércoles, 22 de junio de 2011

El timo de Renfe

Hoy miércoles he decidido que el viernes quiero ir en AVE, con una amiga, de Madrid a Málaga. Osada de mí. Nótese que mañana es fiesta y por lo tanto es de suponer que un porcentaje nada desdeñable de los desplazamientos se producirá hoy, y no el viernes. (Edito: comprobado: para hoy y mañana están prácticamente agotados todos)

Hay un tren cada hora desde las seis de la mañana hasta las nueve de la noche. Cuando he mirado solamente quedaban plazas fuera de la franja comprendida entre las dos y las seis. Dentro de esas horas quedaban plazas, sí, pero de clase preferente. Así que he procedido a comprar dos asientos de clase preferente a las dos de Madrid a Málaga. He aquí mis preguntas:

- ¿Por qué es tan caro? (89/131/157). Imagino que es porque mantenerlo es carísimo (y más aún lo fue hacerlo), y se necesita el dinero del billete. Pero entonces ¿por qué no intentan recaudar lo mismo cobrando menos? Y ¿cómo? dirán mis queridos lectores. Muy simple, respondo yo: Metiendo más gente. ¡Atención, atención! ¿Ha viajado usted en AVE? ¿Ha viajado usted en Ryanair? Pues a eso me refiero.

Hay una cosa que me turba. Es la tarifa "mesa", la más barata (43). Si uno compra los cuatro sitios de alrededor de una mesa, le salen a 43 euros cada uno. Es decir, los cuatro juntos a 172 euros, seis euros menos que dos normales. Este sistema ¿Sirve para vender más billetes o para favorecer a las familias? Cualquiera se da cuenta de que compensa comprar esos cuatro billetes si van tres personas, incluso si van dos. Así pues, si en mi caso hubieran quedado tarifas de esas, las hubiéramos comprado sin dudar, pues es tres euros más barata que la normal y 45 euros más barata que la preferente, y, además, te dan dos sitios.

Por lo tanto es de suponer que no soy la única a la que se le ha ocurrido eso y cierto porcentaje de sitios "de mesa" terminan quedando vacíos por la simple razón de que los ha comprado el vecino para ahorrarse unos euros. Es decir, que este sistema contribuye a que las plazas se queden sin llenar cuando, como es evidente, faltan, y muchas. Pero lo que realmente me preocupa es ¿Por qué ponen mesas? ¿Por qué no las quitan y en su lugar ponen asientos? No niego que las mesas sean cómodas. Pero es un viaje que dura dos horas y media, y faltan plazas. ¿Qué necesidad hay?

- ¿Por qué el reparto horario es tan corrupto? Están agotados los billetes en las franjas intermedias del día, y en cambio sobran los de la mañana y la noche. Es evidente que responderían mejor a las necesidades de los usuarios si mantuvieran el mismo número de trenes concentrados en las franjas centrales del día. ¿Por qué no lo hacen?

Se me ocurren dos explicaciones. La primera es que es más caro. Con el sistema actual en un instante cualquiera solamente hay cuatro trenes realizando este trayecto, dos de ida y dos de vuelta. Si circularan con mayor frecuencia harían falta más trenes y más tripulaciones. Más tripulaciones no es más caro puesto que las horas trabajadas en total serían las mismas y de paso contribuimos a bajar el paro. Nos queda el coste de los trenes. ¿Cuánto cuesta un tren? ¿Cuánto tarda en amortizarse? Respecto de la inversión inicial (la de la investigación más las vías) ¿cuánto supone el coste de un tren? Imagino que poco, pero si no se tiene da igual. La segunda explicación es que son tontos.

Otra cosa que he observado es que a primera hora de la mañana se agotan las plazas caras y en cambio sobran las baratas. Quiere decir que hay gente que estaría dispuesta a pagar 131 euros y en cambio se ve obligada a pagar 87 con lo que Renfe ha perdido 44 euros que les hacen mucha falta para, por ejemplo, comprar más trenes o rebajar los precios. ¿Por qué no hay más plazas de clase preferente a la mañana, entonces? Es evidente: porque no hay. El tren, recordemos, es el mismo a la mañana, a mediodía y por la tarde, pues solamente tienen cuatro.

Esto es un problema evidente de fabricación. Sospecho que el tipo y número de plazas es permanente. Es decir, no se puede desatornillar y transformar de una clase a otra en un rato. ¿Alguien del público ha viajado en un avión con clases? ¿Y ha visto cómo mueven una cortinilla? Pues sí, en algunos aviones la diferencia entre una clase y otra es una cortinilla que se mueve y una azafata que sonríe más a unos que a otros. Esto es un sistema ideal para una empresa con ánimo de lucro pues permite cobrar a cada uno lo máximo que está dispuesto a pagar y así aumentar los beneficios. ¿Por qué no lo hace Renfe? O bien les faltó interés a la hora de diseñar el propio tren o bien les falta ahora.

Puesto que parece claro que la gente que coge el tren a primera hora (los que viajan por trabajo) está dispuesta a pagar más que la que viaja después de comer (los que viajan de turismo) ¿Por qué no adaptar a ello las tarifas? Si subiéramos el precio de los billetes de por la mañana pongamos cinco euros aumentaríamos los ingresos. Podríamos dedicar dos euros a bajar el precio de los de la tarde un euro (a la tarde hay más gente) y todavía nos quedarían tres euros con los que comprar otro tren (esta vez con las clases intercambiables) y así tener más plazas que vender.

En resumen, habría que adaptar la oferta a la demanda. Supongo que esto no se hace por una mera cuestión de incentivos. No hay nadie al que le importe demasiado esto, al fin y al cabo, el estado somos todos ¿o ninguno?

Pues ahí es nada la parrafada del miércoles tarde. Para los que hayan llegado hasta aquí y encima se hayan creído algo os informo: mi credibilidad es nula, mi cabreo máximo. Menudo coñazo de post, me aburro un poco a mí misma...

martes, 14 de junio de 2011

El tercio de varas, nivel uno

Para Penny

¿Qué es el tercio de varas?

Escribo este post por dos motivos. Primero porque lo prometido es deuda y segundo porque más vale tarde que nunca. Que yo dé lecciones de tauromaquia no deja de tener gracia, pero dada la complejidad de la pregunta creo que me voy a lanzar, todo sea por Penny (a la que, sospecho, no interesa demasiado la pregunta anyway...)

Supongamos, Penny, es mucho suponer, que una tarde vas a lo toros. Eso que vas a ver es una corrida. Una corrida tiene seis toros. Cada bicho se torea según un rito con mogollón de normas super estrictas y ancestrales y según unos tiempos igual de rígidos. Pues bien, cada toro tiene tres tercios. El primer tercio es el tercio de varas. Es decir, en una tarde verás seis tercios de varas.

Los tercios son el de varas, el de banderillas y el de muleta.

En el tercio de varas el picador (un señor que monta un caballo que va muy protegido con unas telas) pica al toro. Es decir, le pincha con una especie de puñal con un palo muy largo. Le pica una o dos veces dependiendo de la plaza, del toro y de lo que le indique su jefe, el matador. El fundamento de esto (creo) es que el toro se desfogue, pierda fuerza y aprenda a bajar la cabeza. Además sirve para ver como embiste el toro (por ejemplo si se obsesiona con el caballo o por el contrario pasa de él). Esto es lo necesario del tercio de varas, y es harto complejo como bien pudiste ver en mi post anterior.

Lo voluntario del tercio de varas es el toreo con el capote. Esta clase de toreo tiene mucha ciencia y mucho léxico pero como en la práctica no ocurre nunca vamos a decir que no entra en el examen. Dicen que no se hace nunca porque entonces se desperdician capotazos y el toro no llega al último tercio, el de muleta, que es el más importante. Es decir, que el toro se cansa.

Y ya está. Eso es el tercio de varas. Esto es lo que yo he conseguido aprender después de un mes de curso intensivo. Sospecho que tiene mucha más ciencia que esta, pero no lo sé seguro porque para que a uno le dejen entar en la plaza ha de fingir entendimiento, así que no lo he podido preguntar. Además no sabría a quién, pues no conozco la manera de distinguir a los sabios de los que, como yo, simplemente fingen.

jueves, 2 de junio de 2011

Los del 7 y otras rarezas

Pues resulta que, no sé si por generación espontánea o por ciencia infusa, me he hecho taurina.

Solamente queda una tarde, la de hoy, para que concluya la feria de San Isidro. Después de mi primera feria como aficionada, lo único que me atrevo a afirmar sin miedo a equivocarme es que este arte es muy difícil.

Lo más complejo de entender de todo es el público. Es práctica generalizada entre los abonados del 7 abuchear a todo el mundo, o eso me parece a mí. Se dice de ellos que son los entendidos, los que más saben. Y de vez en cuando parece verdad. Por ejemplo, solamente ellos van con pañuelos verdes (el de cambiar el toro) a la plaza, y tan pronto el toro dobla las manos a la salida del caballo, los agitan. Y generalmente suelen tener razón, pues el presidente termina, en efecto, cambiando el toro. Una no sabe si lo cambia por efecto de las "sugerencias" de los del 7, o simplemente coinciden sus criterios.

En cambio, todos los días sin excepción, los del 7 se enzarzan en una pelea que poco o nada tiene que ver con los toros. Resulta que los de la parte alta (la grada y la andanada) lanzan cosas a los de la parte baja (el tendido). Como lo oyen. Lanzan objetos, literalmente. Indefectiblemente, ocurra lo que ocurra en el ruedo, los del tendido se dan la vuelta y se ponen a gritar a los de la grada, que les devuelven los gritos en lo que es un ritual ancestral que cada tarde dura unos cinco minutos. Cinco minutos durante los cuales las ventas carece de sabios que impongan su estricto criterio pues, simplemente, no están mirando.

Otra característica intrínseca de los del 7 es que, siempre, pase lo que pase, hasta donde yo he podido observar, están cabreados. Para ellos todos son malos. Todos los subalternos son malos, todos los toreros son malos y sobre todo y por encima de todo, todos los picadores siempre son malos.

Al menos una vez cada corrida uno del 7 (¿Será siempre el mismo?) grita: ¡Picadoooooor!, así, alargando la o, a lo que los demás, a coro, responden ¡qué malo eres! Una cosa que me alucina de este momento es que tengan en tan poca estima al picador que ni siquiera le llamen por su nombre. (He de añadir que, al menos en las ventas, cuando uno entra le dan un papelito en el que figura el nombre de todos los miembros de las cuadrillas y el papel que desempeña cada uno). Además, este grito de guerra solamente se usa para los picadores, el resto de miembros de las cuadrillas son insultados de otras maneras.

Hay un caso en el que no se abuchea al picador: cuando, debido a la posición relativa de toro y caballo, aquel no es visible desde el 7. El picador poco avezado podrá pensar que lo está haciendo bien, pero no. Al segundo , en cuanto el caballo se mueve un poco y permite ver el toro desde el 7, se le abuchea. Este es uno de esos momentos que me llevan a pensar que, en efecto, algo sabrán...

Esto me lleva a pensar en... el tercio de varas, ese ser misterioso. pero lo dejo para mañana.